Nuevamente me dirijo a las ciudadanas y ciudadanos que tras mi llamamiento de 20 de Junio titulado Somos mayoría, han
mostrado su interés y predisposición a ir construyendo el frente cívico
capaz de cambiar la relación de poder existente en España y abordar el
fin de este desastre económico, social, político, ético y cívico. Pero
esta vez ya no lo hago sólo en mi nombre, sino que ahora escribo como
portavoz de un incipiente esquema organizativo constituido por el
Colectivo Prometeo de Córdoba.
Este embrión de coordinación no tiene más horizonte temporal de permanencia que el derivado del proceso constituyente del frente cívico y la conformación de sus niveles democráticos de organización. Esperamos y deseamos que en toda la geografía española vayan constituyéndose estructuras de trabajo y coordinación que debidamente reseñadas en sus actas constitutivas correspondientes vayan cubriendo los ámbitos local, comarcal y/o provincial, de comunidad autónoma y estatal.
En el transcurso de estos días hemos mantenido un encuentro con representantes del colectivo Socialismo 21 y también con miembros de ATTAC y Mesas de Convergencia. Estos encuentros celebrados a petición de nuestros interlocutores, han arrojado una buena noticia; Socialismo 21 ha decidido, por unanimidad, que sus miembros se incorporen y trabajen, a título personal, en la organización del frente cívico y la inherente elaboración colectiva del Programa alternativo con el que refrendamos nuestra voluntad de ser una mayoría organizada.
Son dos las cuestiones fundamentales que voy a desarrollar; y lo hago en función de los comentarios, propuestas, críticas y adhesiones el que proyecto ha merecido y que he leído o he escuchado de viva voz. Esas dos cuestiones son: la estructura del frente cívico y el programa.
El frente cívico con el que la mayoría se organiza para determinar un cambio profundo en España no puede ser una suma de siglas, colectivos, partidos o cualquier otra organización conocida. Ello conduciría a la reproducción en nuestro seno de debates y colisiones en torno al peso específico de cada sigla en la organización. Por ello reiteramos con énfasis que se está en el frente a título personal; y ello no debe significar -nunca- la renuncia pública o privada de cada cual a su ideología, proyecto político o creencia religiosa si la tuviere. Buscamos con la ciudadanía un proyecto programático común y no una sopa de letras. Es más, nos gustaría que las fuerzas políticas, sociales o de otra índole le indicaran a sus militantes que harían buena su militancia buscando con otras personas coincidencias y soluciones concretas en torno a la solución de los problemas que como sociedad nos aquejan. La mayoría social es plural; respetemos esa pluralidad y busquemos en ella, con ella y para ella un denominador común: el programa para la acción.
Hay quienes nos imputan aviesas intenciones acerca de si pretendemos sustituir a los partidos políticos en una dudosa operación de corte autoritario. No estaría de más que repita hasta la saciedad que yo soy militante del PCE y de IU y que el llamamiento que hago no significa, en absoluto, una contradicción política u organizativa con los míos; simplemente me he limitado a recordar que los partidos políticos o los sindicatos no son fines en sí mismos sino herramientas para intervenir y mejorar la sociedad. Existimos para la sociedad y para su mejora de condiciones de vida Por otra parte -y ello es una laguna de la Constitución- los partidos no tienen la exclusiva en la participación política; ella es función exclusiva del ciudadano o de la ciudadana, organizados o no. Lo que se pretende precisamente es potenciar esa dimensión ciudadana en la participación, elaboración de programas y decisión sobre lo que atañe a la sociedad.
Hay comunicaciones que desde la aceptación de la propuesta dicen echar de menos determinados posicionamientos filosóficos, ideológicos o partidarios y que un programa “a secas” conlleva el peligro de transformarse en una propuesta tecnocrática sin nervio ideológico. Cuatro reflexiones quiero hacer sobre ello:
1. Todo programa es, además de un conjunto de medidas concretas, una alianza entre los que se benefician de él, unos capítulos presupuestarios a definir y una opción entre varias posibilidades. Imaginemos que el Programa contempla una reforma fiscal que acabe con los paraísos fiscales ¿No es ésta una opción en beneficio de la mayoría y en perjuicio de la minoría que detenta el poder? ¿Se quiere una mayor demostración de principios de justicia y equidad?
2. Y si a pesar de lo anterior nos obstinamos en demandar un sustrato doctrinal o de valores para esta propuesta de frente cívico, ahí va en la que nos fundamentamos: La solemne Declaración de Derechos Humanos de la ONU en 1948 y demás pactos, documentos, constituciones que la desarrollan y hacen obligatoria para los poderes públicos. Ya en Sabadell señalé y ahora lo ratifico que los principios rectores de nuestra propuesta son: Democracia y Libertades, Justicia Social, Economía no especulativa, Cultura y Bienestar ciudadano.
3. Si reparamos en lo que acontece diariamente, el Poder, es decir el conjunto de intereses económicos que han medrado y medran en perjuicio de la mayoría, se mantienen y acuerdan en franca violación de la Constitución de 1978. Cuando una oligarquía deja en suspenso y conculca la legislación y los principios que dice defender, la mayoría lo tiene fácil: exigir que se cumplan las leyes; los fuera de la ley son ellos; y esta no es una cuestión baladí. Por otra parte el proceso de lucha basado en la legalidad vigente produce tales contradicciones en la minoría que otras opciones o situaciones de cambio vendrán de por sí.
4. El frente cívico es la respuesta lógica a una situación de Estado de Excepción económico, social, político, moral y cívico. Una excepcionalidad que todavía puede serlo más si, como parece, las dos fuerzas políticas mayoritarias acuerdan un pacto de emergencia ante la situación creada por ellas mismas y las políticas que convinieron con otros desde el Tratado de Maastricht hasta ahora.
Y ahora hablemos del Programa.
Un porcentaje muy importante de la ingente cantidad de mensajes que recibo abundan en comentar las diez propuestas que a modo de inicio al debate propuse. En casi todos se plantean propuestas para que yo las tenga en cuenta a la hora de redactar el Programa que le da sentido al frente cívico. Quiero agradecer estas aportaciones porque muchas de ellas son muy interesantes y nos ponen a pensar.
Sin embargo, y desde el agradecido acuse de recibo, debo hacer una serie de consideraciones:
1. Si la elaboración del Programa consiste en que vosotros me enviáis a mí, o a un todavía no existente centro de elaboración, sus propuestas, estaríamos ante una estructura radial en la que el centro recibe sus comunicaciones pero entre vosotros que es lo importante, no se produce ninguna relación, colaboración, contacto o trabajo en común; no hay estructura reticular, no hay creación de organicidad, no hay frente ciudadano.
2. Lo importante del Programa no es sólo su contenido sino la forma, el método de discutirlo, aprobarlo y vigilar su cumplimiento. Y ese método no puede ser otro que la elaboración colectiva. Como ya comenté con anterioridad soy testigo y participante en esta experiencia desde los tiempos de Convocatoria por Andalucía.
3. Por otra parte un Programa no es un simple listado de deseos bienintencionados es, fundamentalmente, un proyecto concreto, viable, riguroso, discutido ampliamente y respaldado por quienes lo han elaborado; es un Programa para un Gobierno futuro. Y por ello es además, el mejor estandarte para la movilización ciudadana. La rebeldía debe tener una causa, un motivo, un sentido, un proyecto.
¿Cómo hacerlo?
1. Cualquier persona, colectivo, asociación o grupo de personas que quiera iniciar en su localidad el frente ciudadano puede comenzar por convocar a otros, constituirse como tal (de manera documentada) y comenzar a debatir sobre las propuestas económicas, sociales, políticas o de otro tipo que crean convenientes en la actual situación. Naturalmente que para apoyar con más entidad sus elaboraciones podrían recabar de personas cualificadas del entorno su colaboración.
2. Varias localidades pueden constituir una asamblea comarcal y/o provincial con el mismo método y temario que la local; y así sucesivamente hasta el nivel siguiente que deber ser el autonómico como paso previo para el estatal. Así, mientras se configura la organización se va elaborando lo que le da el sentido último: el Programa. Organización y Programa son la misma cosa.
3. Cuando propuse los diez puntos no lo hice con intención de que éstos fueran ni los únicos ni tampoco los más importantes. Pero con algo se debe empezar. El caso es que ya ha habido comentarios sobre la idoneidad o posibilidad de cumplirlos; ya hay debate. ¿Puede establecerse el Salario Mínimo Interprofesional en mil euros, la pensión mínima en mil euros y ampliarse la cuantía y extensión del seguro de desempleo? Háganse las cuentas y se verá que sólo es posible esto si hay un aumento de los ingresos del Estado. ¿De dónde puede provenir este aumento necesario y contemplado en los DDHH? No puede venir sino de una Reforma Fiscal en profundidad. Y así cada medida va demandando a la siguiente hasta formar un todo, un Programa alternativo a lo que hay en estos momentos.
4. Naturalmente que no todo es tan fácil y que habrá momentos en los que la discusión sobre el Programa necesitará de la aportación de hombres y mujeres de la Economía, la Ciencia, El Derecho o los saberes en general; ellos también forman parte de la mayoría y seguramente prestarán su concurso y participación.
Y para finalizar una propuesta de trabajo si así lo estimáis: Reuníos con otras personas o colectivos y discutid la situación presente. Procurad llevar algunos datos y procurad además, sacar algunas conclusiones. Cuando hayáis terminado de debatir reuníos de nuevo y discutid los dos documentos que hasta ahora he enviado. Seguro que el paso siguiente es organizarse. Gracias por vuestra atención.
Julio Anguita - Publicado en Colectivo Prometeo el 3 de julio de 2012
Este embrión de coordinación no tiene más horizonte temporal de permanencia que el derivado del proceso constituyente del frente cívico y la conformación de sus niveles democráticos de organización. Esperamos y deseamos que en toda la geografía española vayan constituyéndose estructuras de trabajo y coordinación que debidamente reseñadas en sus actas constitutivas correspondientes vayan cubriendo los ámbitos local, comarcal y/o provincial, de comunidad autónoma y estatal.
Este escrito no tiene otra intención que informar y sobre todo
aclarar algunas dudas surgidas a través de los innumerables correos,
llamadas, comentarios a la propuesta en este blog del Colectivo Prometeo, y comunicaciones,
en general, habidas desde la fecha antes referenciada.
Una de las consecuencias de contar ya con una referencia “oficial”
para la información, participación y organización, además del citado
blog, ha sido la creación de una página en Facebook,
http://www.facebook.com/colectivoprometeocordoba, que, sin detrimento de
las múltiples páginas de Internet que se reclaman del proceso y además
lo están construyendo, goza de la información más directa en lo
referente a mi persona y al colectivo Prometeo.
En el transcurso de estos días hemos mantenido un encuentro con representantes del colectivo Socialismo 21 y también con miembros de ATTAC y Mesas de Convergencia. Estos encuentros celebrados a petición de nuestros interlocutores, han arrojado una buena noticia; Socialismo 21 ha decidido, por unanimidad, que sus miembros se incorporen y trabajen, a título personal, en la organización del frente cívico y la inherente elaboración colectiva del Programa alternativo con el que refrendamos nuestra voluntad de ser una mayoría organizada.
Son dos las cuestiones fundamentales que voy a desarrollar; y lo hago en función de los comentarios, propuestas, críticas y adhesiones el que proyecto ha merecido y que he leído o he escuchado de viva voz. Esas dos cuestiones son: la estructura del frente cívico y el programa.
El frente cívico con el que la mayoría se organiza para determinar un cambio profundo en España no puede ser una suma de siglas, colectivos, partidos o cualquier otra organización conocida. Ello conduciría a la reproducción en nuestro seno de debates y colisiones en torno al peso específico de cada sigla en la organización. Por ello reiteramos con énfasis que se está en el frente a título personal; y ello no debe significar -nunca- la renuncia pública o privada de cada cual a su ideología, proyecto político o creencia religiosa si la tuviere. Buscamos con la ciudadanía un proyecto programático común y no una sopa de letras. Es más, nos gustaría que las fuerzas políticas, sociales o de otra índole le indicaran a sus militantes que harían buena su militancia buscando con otras personas coincidencias y soluciones concretas en torno a la solución de los problemas que como sociedad nos aquejan. La mayoría social es plural; respetemos esa pluralidad y busquemos en ella, con ella y para ella un denominador común: el programa para la acción.
Hay quienes nos imputan aviesas intenciones acerca de si pretendemos sustituir a los partidos políticos en una dudosa operación de corte autoritario. No estaría de más que repita hasta la saciedad que yo soy militante del PCE y de IU y que el llamamiento que hago no significa, en absoluto, una contradicción política u organizativa con los míos; simplemente me he limitado a recordar que los partidos políticos o los sindicatos no son fines en sí mismos sino herramientas para intervenir y mejorar la sociedad. Existimos para la sociedad y para su mejora de condiciones de vida Por otra parte -y ello es una laguna de la Constitución- los partidos no tienen la exclusiva en la participación política; ella es función exclusiva del ciudadano o de la ciudadana, organizados o no. Lo que se pretende precisamente es potenciar esa dimensión ciudadana en la participación, elaboración de programas y decisión sobre lo que atañe a la sociedad.
Hay comunicaciones que desde la aceptación de la propuesta dicen echar de menos determinados posicionamientos filosóficos, ideológicos o partidarios y que un programa “a secas” conlleva el peligro de transformarse en una propuesta tecnocrática sin nervio ideológico. Cuatro reflexiones quiero hacer sobre ello:
1. Todo programa es, además de un conjunto de medidas concretas, una alianza entre los que se benefician de él, unos capítulos presupuestarios a definir y una opción entre varias posibilidades. Imaginemos que el Programa contempla una reforma fiscal que acabe con los paraísos fiscales ¿No es ésta una opción en beneficio de la mayoría y en perjuicio de la minoría que detenta el poder? ¿Se quiere una mayor demostración de principios de justicia y equidad?
2. Y si a pesar de lo anterior nos obstinamos en demandar un sustrato doctrinal o de valores para esta propuesta de frente cívico, ahí va en la que nos fundamentamos: La solemne Declaración de Derechos Humanos de la ONU en 1948 y demás pactos, documentos, constituciones que la desarrollan y hacen obligatoria para los poderes públicos. Ya en Sabadell señalé y ahora lo ratifico que los principios rectores de nuestra propuesta son: Democracia y Libertades, Justicia Social, Economía no especulativa, Cultura y Bienestar ciudadano.
3. Si reparamos en lo que acontece diariamente, el Poder, es decir el conjunto de intereses económicos que han medrado y medran en perjuicio de la mayoría, se mantienen y acuerdan en franca violación de la Constitución de 1978. Cuando una oligarquía deja en suspenso y conculca la legislación y los principios que dice defender, la mayoría lo tiene fácil: exigir que se cumplan las leyes; los fuera de la ley son ellos; y esta no es una cuestión baladí. Por otra parte el proceso de lucha basado en la legalidad vigente produce tales contradicciones en la minoría que otras opciones o situaciones de cambio vendrán de por sí.
4. El frente cívico es la respuesta lógica a una situación de Estado de Excepción económico, social, político, moral y cívico. Una excepcionalidad que todavía puede serlo más si, como parece, las dos fuerzas políticas mayoritarias acuerdan un pacto de emergencia ante la situación creada por ellas mismas y las políticas que convinieron con otros desde el Tratado de Maastricht hasta ahora.
Y ahora hablemos del Programa.
Un porcentaje muy importante de la ingente cantidad de mensajes que recibo abundan en comentar las diez propuestas que a modo de inicio al debate propuse. En casi todos se plantean propuestas para que yo las tenga en cuenta a la hora de redactar el Programa que le da sentido al frente cívico. Quiero agradecer estas aportaciones porque muchas de ellas son muy interesantes y nos ponen a pensar.
Sin embargo, y desde el agradecido acuse de recibo, debo hacer una serie de consideraciones:
1. Si la elaboración del Programa consiste en que vosotros me enviáis a mí, o a un todavía no existente centro de elaboración, sus propuestas, estaríamos ante una estructura radial en la que el centro recibe sus comunicaciones pero entre vosotros que es lo importante, no se produce ninguna relación, colaboración, contacto o trabajo en común; no hay estructura reticular, no hay creación de organicidad, no hay frente ciudadano.
2. Lo importante del Programa no es sólo su contenido sino la forma, el método de discutirlo, aprobarlo y vigilar su cumplimiento. Y ese método no puede ser otro que la elaboración colectiva. Como ya comenté con anterioridad soy testigo y participante en esta experiencia desde los tiempos de Convocatoria por Andalucía.
3. Por otra parte un Programa no es un simple listado de deseos bienintencionados es, fundamentalmente, un proyecto concreto, viable, riguroso, discutido ampliamente y respaldado por quienes lo han elaborado; es un Programa para un Gobierno futuro. Y por ello es además, el mejor estandarte para la movilización ciudadana. La rebeldía debe tener una causa, un motivo, un sentido, un proyecto.
¿Cómo hacerlo?
1. Cualquier persona, colectivo, asociación o grupo de personas que quiera iniciar en su localidad el frente ciudadano puede comenzar por convocar a otros, constituirse como tal (de manera documentada) y comenzar a debatir sobre las propuestas económicas, sociales, políticas o de otro tipo que crean convenientes en la actual situación. Naturalmente que para apoyar con más entidad sus elaboraciones podrían recabar de personas cualificadas del entorno su colaboración.
2. Varias localidades pueden constituir una asamblea comarcal y/o provincial con el mismo método y temario que la local; y así sucesivamente hasta el nivel siguiente que deber ser el autonómico como paso previo para el estatal. Así, mientras se configura la organización se va elaborando lo que le da el sentido último: el Programa. Organización y Programa son la misma cosa.
3. Cuando propuse los diez puntos no lo hice con intención de que éstos fueran ni los únicos ni tampoco los más importantes. Pero con algo se debe empezar. El caso es que ya ha habido comentarios sobre la idoneidad o posibilidad de cumplirlos; ya hay debate. ¿Puede establecerse el Salario Mínimo Interprofesional en mil euros, la pensión mínima en mil euros y ampliarse la cuantía y extensión del seguro de desempleo? Háganse las cuentas y se verá que sólo es posible esto si hay un aumento de los ingresos del Estado. ¿De dónde puede provenir este aumento necesario y contemplado en los DDHH? No puede venir sino de una Reforma Fiscal en profundidad. Y así cada medida va demandando a la siguiente hasta formar un todo, un Programa alternativo a lo que hay en estos momentos.
4. Naturalmente que no todo es tan fácil y que habrá momentos en los que la discusión sobre el Programa necesitará de la aportación de hombres y mujeres de la Economía, la Ciencia, El Derecho o los saberes en general; ellos también forman parte de la mayoría y seguramente prestarán su concurso y participación.
Y para finalizar una propuesta de trabajo si así lo estimáis: Reuníos con otras personas o colectivos y discutid la situación presente. Procurad llevar algunos datos y procurad además, sacar algunas conclusiones. Cuando hayáis terminado de debatir reuníos de nuevo y discutid los dos documentos que hasta ahora he enviado. Seguro que el paso siguiente es organizarse. Gracias por vuestra atención.
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