Sobre la historia y las
circunstancias que han dado lugar a la situación límite y preocupante en
la que nos encontramos ante la determinación del pueblo catalán a
decidir sobre su futuro dentro o fuera de España se ha escrito mucho.
Como siempre, desde el prisma que se vea, más o menos afortunado.
Personalmente suscribo por completo las reflexiones de mi amigo Juan
Rivera. El video de Julio Anguita de hace dos años fotografiando
lo que luego ha pasado letra por letra es una prueba más de la valía
intelectual y moral de Julio como político. En todo caso, creo
firmemente que cualquier pueblo tiene el derecho básico de decidir cómo
se quiere regir. Otra cosa es lo que se piense luego, pero el derecho a
poder decidir, está por encima de cualquier ley establecida y, siempre
acaba por superarla, bien de forma pacífica o bien de forma violenta
(que, al menos yo, espero que no ocurra).
La diferencia que marca esta ocasión con otras de rebrote soberanista catalán es que, por primera vez en 35 años, no es abanderada por CiU
(ni sus sucesores), sino que ha sido comandada por capas populares
(organizadas en torno a la Asamblea Nacional de Catalunya, la Omnium, y,
sobre todo ERC, con la implicación de Podem y Catalunya en Comú) que se
sienten atropelladas y acosadas por un Rajoy y compañía a quienes les
han salido los genes franquistas por las orejas. Y ello ha ocurrido
gracias a la actitud chusquera y autoritaria del PP y Ciudadanos, con el
apoyo del PSOE (algunos por omisión, otras, como la pepera platónica
Susana Díaz, por acción directa)
Hasta ahora siempre fue negociable la soberanía de Cataluña. El vídeo
(que podéis ver pinchando) que vimos a primeros de septiembre en el que
la sainetera de mal gusto Alicia Sánchez-Camacho compartía café con
Puigdemont en una situación parecida a una comedia de amor demuestra
que, mientras se han podido entender entre iguales (iguales de
neoliberales, iguales de corruptos, iguales de represores) no ha habido
problemas. “Café para todos” decía en el video Sánchez-Camacho. La
diferencia es que el pueblo catalán nunca pilló ese café, y, desde hace
un tiempo, ha decidido que el café que haya será él quien lo reparta. El
hundimiento de CiU, el protagonismo social y político de unas CUP que
son un ejemplo de coherencia, solidaridad obrera y movimiento desde la
base, y, sobre todo, la movilización masiva y pacífica de la población
catalana, es lo que hace distinta esta situación. Esta vez, Cataluña, la
del pueblo, va en serio.
Esta nueva situación no puede ser permitida desde el poder,
igual que cuando hay huelgas por las reformas laborales,
manifestaciones por las leyes mordaza, por los recortes en sanidad y
educación, por la restitución de la dignidad y la memoria de las
víctimas del terrorismo genocida franquista, etc., etc. ¿Cuántas veces
hemos oído los sindicalistas a los empresarios o a las administraciones
decirnos que el problema en un convenio laboral no es poder subir un
punto más o menos de salario, que lo pueden asumir de sobra, sino que lo
importante es demostrar quién manda? Aquí va de lo mismo. Hay que ejemplarizar. Hay que demostrar quién sigue siendo la clase dominante en España:
aquella, heredera del franquismo, que siguió en sus mismos puestos en
los gobiernos, en la judicatura, en la economía,… Esa clase inculta,
ciega, y, por ende, autoritaria y sectaria. Esa clase que cree, por no
conocer ni querer conocer otras experiencias, que el español (que no la
española) está tocado por la vara de Dios, y que la unidad de España
bajo la religión católica y una monarquía franquista es indisoluble. Y
que quién piense de otra manera es un traidor y merece el mayor castigo.
De momento ese castigo es el uso
ilegal de las leyes y la implicación absoluta de todos los jueces de su
cuerda. En el futuro muy próximo, no descartemos otras acciones aún
menos ejemplares.
Podríamos entrar en el concepto de patria de estos personajes: son los que defraudan a la hacienda pública, los que se llevan los millones a paraísos fiscales, los que le dan el dinero público a los bancos a costa de que haya más paro y más pobreza, los que regalaron las empresas públicas
para que sus nuevos dueños nos roben a diario a través de las facturas
de la luz, del agua, del teléfono, del carburante,… Los que ceden el
poder de las decisiones económicas a estamentos gobernados por el
dinero, no por representantes de las personas. Los que obligan a nuestra
juventud a salir del país (“a conocer mundo”, dicen con chulería, como antes dijeron “que se jodan los parados”) Esos son los que defienden la patria grande y unida. ¡¡Valiente patriotismo!!
Una vez más, el poder autoritario del Estado, tiene que ejemplarizar. Como ha ejemplarizado con Alfon,
a quien no pudieron demostrar que llevara explosivos en una mochila,
pero, como era un activista significado, hicieron un montaje digno de
Fernández-Díaz para meterlo en la cárcel. Como lo hicieron con Bódalo,
quién, a pesar de que en el vídeo de la Guardia Civil lo que se veía
era que él separaba a la gente que se estaba peleando, un juez
“demócrata” lo mandó a la cárcel. Como ejemplifican cada viernes,
concediendo indultos en los Consejos de Ministros a sus condenados por
corrupción y negándoselo a Alfon, Bódalo o gente que lucha para acabar
con sus choriceos. Se llama imposición, por todas las vías, de la clase dominante,
la que se salta todas las leyes, la que las cambia para conceder
amnistías fiscales, la que pone y quita jueces según su conveniencia, la
que fabrica montajes policiales falsos para acabar con sus adversarios
políticos. La que emplea las más sucias cloacas del estado en su favor y
en contra del pueblo. La que provoca la situación con Cataluña para
tapar todas sus vergüenzas y desviar nuestra atención mientras queman
juzgados, fallecen implicados en su corrupción que tenían que testificar
o siguen haciendo leyes para beneficiar a sus amiguetes a costa del
dinero que debería ir para que nuestro país viva mejor.
Va siendo hora de que los y las
trabajadoras abramos los ojos. No podemos mirar hacia otro lado o apoyar
a los mismos que nos están robando a diario de nuestra cartera y que,
paralelamente, son los adalides de la legalidad. El zorro que se zampa
nuestras gallinas quiere ser quién dice dónde ha de estar Cataluña. Es
muy triste comprobar a mucha gente sucumbir a la patética y bochornosa
manipulación mediática, unánime y transmisora, letra a letra, del
discurso del gobierno. Un gobierno que ha sido condenado por los
tribunales europeos por tener leyes injustas, como la hipotecaria, pero
que se lo salta a la torera y sigue aplicándola (ver aquí o aquí) Un gobierno que ha sido denunciado por la ONU por el incumplimiento de 26 derechos humanos fundamentales (ver aquí o aquí).
Un gobierno que cuando los bancos tienen, por ley y sentencia judicial,
que devolver conceptos cobrados de forma ilegal, miran para otro lado,
teniendo que reclamarlos los ciudadanos vía judicial uno a uno (el que
pueda pagarlo, claro), en vez de que sea el gobierno quien los obligue a
cumplir la ley. De la forma en que el gobierno actúa, la ley hay que
cumplirla: sí, pero los que él decide. Si tienen que cumplirla sus
amiguetes bancos, eléctricas, autopistas, etc., aunque hayan robado a la
gente, mira para otro lado. Si un pueblo quiere decidir sobre su
soberanía, le aplica la ley interpretada de la forma más severa posible,
inventándose actuaciones, con la mayor rapidez posible y saltándose
cualquier plazo o garantía.
¡Ojalá emplearan la misma cantidad
de policía para buscar los sobres del PP! Si hubieran sido tan rápidos
en enviarlos a las sedes no se habrían quemado discos duros ni destruido
documentación en máquinas ¡Ojalá dedicaran tantos recursos para
perseguir el fraude fiscal que denuncia todos los años el sindicato de
técnicos de Hacienda! Si así fuera, todos los corruptos estarían
tributando en España, su “Eshhhpaaaññia”, esa que llevan en la
pulserita, en el cinturón o en el parabrisas del coche, para que tuviera
riqueza ¡Ojalá dedicaran tantos recursos a las inspecciones de trabajo!
Si fuera así, se acabaría el fraude laboral de las empresas, que se
enriquecen obscenamente a costa de explotar a los y las trabajadoras
incluso con cientos de muertes anuales en los tajos ¡Ojalá dedicaran lo
mismo a perseguir la violencia terrorista machista! El Rajoy “defensor
de la legalidad a toda costa” ha incumplido sistemáticamente la Ley
Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de
Género, con el consecuente aumento de muertes de compañeras todos los
años ¡Ojalá dedicaran esos recursos a la ayuda a domicilio, a energías
renovables, a encontrar yacimientos de empleo para nuestra juventud, a
ayudas a parados, a subir las pensiones, a vivienda pública! A
tantísimas necesidades que pasa nuestro pueblo y que en nombre de la
patria obvian.
Toca unidad absoluta en la defensa de algo tan básico como es el que un pueblo pueda expresarse
y, por supuesto, que pueda decidir dónde quiere estar. Como lo han
hecho cientos de pueblos a lo largo de la historia, algunos muy
recientes. Siempre con oposición del “centralismo”. ¿Tendremos que vivir
en pleno siglo XXI una nueva guerra de Cuba? Y toca unidad absoluta en la defensa de la democracia real, la de los pueblos, la participativa. ¿Qué clase de país somos que tenemos que imponer leyes o manipularlas para obligar a un pueblo a ser parte nuestra?
No es momento de dudas, de
actitudes paniaguadas, de soluciones supuestamente imparciales. No
tienen futuro. No vale ya aquello de que “con la independencia se está
apoyando a la burguesía catalana”. Ya no es así. Y si lo fuera, no somos
el resto del país precisamente ningún ejemplo que seguir en la lucha
contra la clase dominante. Miremos nuestros gobernantes: Rajoy, Susana,
Page, Fernández Vara, Feijoo, Cifuentes, Pedro Antonio Sánchez, …
Tengo la suerte de tener algunos
amigos catalanes. Ninguno de ellos fueron nunca ni son nacionalistas.
Pero, lo que me vienen transmitiendo desde la denuncia del Estatut por
parte del PP en 2006, es que ya no hay vuelta atrás. Que, decisión tras decisión del gobierno central sobre Cataluña, surgen nuevos independentistas.
Y que, ellos mismos, que jamás se plantearon votar sí a la
independencia, ahora lo harán. Que saldrán con su papeleta de su casa,
que la echarán donde sea, que podrá tener una mayor o menor validez
legal, pero que no pararán a millones de personas que harán lo mismo y
que están determinadas a seguir luchando por ser libres y poder
practicar la democracia de la forma más plena posible. Por supuesto que
son conscientes que la independencia y la república no les asegurará per se
una sociedad más justa, pero tienen claro que la tendrán más cerca con
el compromiso de tanta gente que se está movilizando, no ya en torno a
esa independencia, sino a los valores de democracia, de respeto y de
oposición frontal a todo tipo de autoritarismo corrupto.
Es admirable la determinación del
pueblo catalán. Pero sobre todo es fantástica la imagen pacífica que
están mostrando. Por cierto, que no aparece continuamente en los medios
de comunicación. Todos los días hay cientos de miles de personas en las
calles de Cataluña, sin haber ni un sólo altercado, a pesar de la masiva
presencia policial en determinados sitios, como la sede de la CUP, la
cual ni registran pero allí están, en una provocación continua. La
gente, sin embargo, se concentra demostrando su apoyo, sin ningún
altercado. Contrasta esto con las manifestaciones de la oposición
venezolana que exigían un referéndum ilegal, en las que llegaron a matar
a varios cientos de personas que defendían la legalidad de su país.
Oposición venezolana que es jaleada por miembros del PP y de Ciudadanos
para que muestren su desobediencia civil a un gobierno legal y
democrático, como certifica una vez tras otra la propia ONU. La misma
desobediencia civil que aquí quieren aplastar y que denuncian como
terrorismo. Distintas varas de medir, dependiendo si son “de los míos” o
no. Por cierto, los “suyos” son los que matan en Venezuela, los que
trafican, los que usan dinero negro para pagar a mercenarios. Allí
mandan dinero para que la mujer de Leopoldo López pueda pagar a los que
violentan las calles. Aquí paralizan las cuentas de Cataluña para que no
puedan dedicarlo a que la gente pueda votar. ¿Qué hubieran pasado si en
Cataluña hubiera habido el más mínimo altercado? No lo descarten.
Personalmente he tenido a chicos con pintas de manifestante a mi lado
insultando y tirando objetos a la policía para que esta arremeta contra
una protesta hasta entonces pacífica. Esos chicos acabaron yéndose
charlando amigablemente con aquellos a quienes insultaron y golpearon a
los manifestantes. Esto ocurrirá, como ha ocurrido otras veces, también
en Cataluña. La provocación vendrá de la propia policía.
No es momento de mirar hacia otro lado, ni de aquello de “no lo apoyamos porque no tiene las garantías necesarias de un referéndum”.
Quienes dicen eso demuestran no haberse enterado de qué va esto. O, lo
que es peor, de haberse enterado pero no querer asumirlo. ¡Claro que no
tiene las garantías que debería tener un referéndum! ¡Pero es que no se
ha permitido! Y no lo permiten los mismos que incumplen las leyes, entre
ellas la Constitución, que obligan a que todo español tenga vivienda,
tenga trabajo, tenga sanidad, tenga educación pública. Los mismos que
nos niegan la libertad de expresión. Los mismos que quienes conculcan
diariamente todas las leyes necesarias en su provecho y que, ahora,
quieren seguir demostrando quién es la clase dominante.
Podemos seguir dejando que quienes
transitaron en el nombre a demócratas, pero siguen siendo franquistas en
su actitud, sigan comiendo el terreno a quienes creemos que somos
personas libres organizadas en una sociedad libre, con leyes que nos
protegen, no que nos atacan. Dejar que nos sigan comiendo el terreno a
quienes creemos en el reparto de la riqueza, en la justicia social, en
el entendimiento y la colaboración frente a la imposición y la
violencia. O podemos decir ¡hasta aquí hemos hecho bastante dejación de
nuestro deber! y recuperar los términos y conceptos robados por quienes
los usan para pisotearlos: libertad, justicia, democracia, defensa de la mayoría.
Estos términos, oídos de la boca de personajes como Rajoy, Sáenz de
Santamaría, Albert Rivera, Susana Díaz, Felipe González, Cifuentes,
Aguirre, Cospedal, Dustis, etc., son el claro ejemplo de que, como pueblo, hemos hecho muchas mal.
“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos, no pronuncié palabra,
porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a buscarme a mi,
no había nadie más que pudiera protestar.”
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