martes, 25 de julio de 2017
El Compareciente
Mañana a las 9 (anotad la fecha: miércoles 26 de Julio) Mariano Rajoy
saldrá de ese armario de la Moncloa que cobija tantos cadáveres
políticos, para mostrar a la Ciudadanía y al Mundo “lo bien que
funcionan las instancias judiciales hispanas”. Como todos sabemos y
nadie cuestiona la Justicia española trata siempre con el mismo rasero
al poderoso y al pobre, al delincuente de cuello blanco y estafa segura
que al carterista del tres al cuarto............ Click aqui, para leer articulo.
viernes, 21 de julio de 2017
Las Cloacas de Interior
En este documental de Mediapro puedes comprobar que todo lo
que pensábamos sobre las sucias prácticas políticas del PP... se
quedaba corto. La impunidad, la corrupción, el neofranquismo campando
por sus anchas. La síntesis de la productora es la siguiente
" Las malas prácticas y la corrupción en el Ministerio del Interior a
partir de las grabaciones entre el ministro Jorge Fernández Díaz y
Daniel de Alfonso que reveló el diario Público en junio de 2016. Con
testimonio en exclusiva de dos comisarios y un sargento de la guardia
civil, desvela una red de intereses y corruptelas que va más allá de la
persecución a los enemigos políticos, que configura una trama de
favoritismos y corruptelas que implica a policías, jueces, fiscales y
empresarios: una estructura dentro del estado que ofrece sus servicios a
los más poderosos. El documental repasa también las malas prácticas en
el Ministerio del Interior desde el inicio de la transición"
lunes, 17 de julio de 2017
El Palé
Fuente: Colectivo Prometeo
Hace varias décadas que en España se puso de moda un juego de mesa denominado El Palé. Con la base material de un tablero, unos dados, unas fichas representativas de fincas urbanas, cantidades de dinero y otros bienes inmuebles, los participantes se sumergían en el glamuroso mundo de las finanzas, las operaciones bursátiles y el estímulo de desposeer a los demás de las riquezas y bienes en juego. Y así, de la misma manera que los niños de Moguer jugaban a asustarse tal y como describía Juan Ramón Jiménez, los jugadores del Palé jugaban a creerse, por unos momentos, que formaban parte del poder económico y de su juego de intereses. Todo empezaba y terminaba en el tablero. La realidad cotidiana seguía su curso inmutable.También desde hace décadas, la política española se ha instalado en su particular Palé. El tablero, las instituciones. Los dados, el azar electoral cada vez más previsible y preformado por agentes mediadores de la economía y la comunicación. Las fichas, sombras de la riqueza anhelada al igual que las otras sombras divisadas desde el interior de la caverna del mito platónico. Los jugadores desempeñan perfectamente su rol. A veces aparecen situaciones y jugadores que por su audacia, presencia, juventud, frescura y atipicidad hacen pensar que se puede trascender el juego y cambiar sus reglas. Pero el Palé, basado en el acatamiento de las reglas y la cómoda ensoñación termina por prevalecer.
La política española ha devenido en un juego exclusivo de instituciones, contiendas electorales (con toda su cohorte de encuestas, frivolidades mediáticas y naderías a granel) y juego de alianzas en torno a las expectativas de acceder a la gobernabilidad de esta o aquella Administración del Estado. Es decir la política queda reducida al juego institucional y las posibles variables de agregación de siglas en torno a la presencia en la gobernación de esas instituciones. .El juego comienza a transmutarse en sustitutivo de la realidad. Sobre todo si seguimos entendiendo a la Política como la acción consciente y compartida para incidir en las condiciones económicas, sociales, culturales, éticas y de valores de las sociedades humanas .Es decir la Política como posibilidad de cambiar de juego y de reglas.
Sobre un tablero en el que las palabras derecha e izquierda se constituyen en los referentes únicos para posicionarse y jugar, los actores políticos que aceptan el juego no tienen más opción que agruparse o buscar el entendimiento con las siglas supuestamente más afines en nombre de la obligatoriedad de hacer frente común contra las siglas que, también supuestamente, representan a la otra palabra Con esta actitud se llega a una simplificación de la política tal que las posibilidades de otras opciones sobre las reglas del juego son presentadas como marginales, atípicas o simplemente fuera de la realidad. En el tablero así concebido, derecha e izquierda son únicamente roles para un único juego; cambian los continentes pero quedan incólumes los contenidos. El Palé político, a fuerza de cansino, repetitivo, inane y defraudador de esperanzas, deviene en un juego exclusivo para iniciados, ante la indiferencia generalizada de quienes hace tiempo se hartaron de apostar, jugar y consumir ilusiones, expectativas y tiempo. Y es que el Palé político es como su homónimo lúdico, un juego, un pasatiempo, un afán que como el de la mariposa termina ardiendo en el objeto de su atracción.
¿Es posible cambiar? ¿Se puede trascender el juego cambiando el tablero, las fichas y los objetivos? ¿Se pueden sustituir los dados de la fortuna, el azar o el acaso por criterios sólidos, conscientes, concretados y pegados a la realidad de la mayoría y sus necesidades?
Creo que todavía se puede, siempre y cuando los que deseen ese cambio vayan abandonando el Palé político y diseñen, un nuevo tablero en el que desaparezcan las simples referencias verbales y se sustituyen por propuestas, proyectos, programas, valores y presupuestos éticos sin concesiones a los medios, la opinión publicada o a quienes administran con carácter exclusivo la agenda política, la social y las reglas del juego.
Imaginemos que una fuerza política con voluntad de servir a la mayoría ciudadana se visualice fundamentalmente por sus propuestas y proyectos. Imaginemos que esa fuerza política haga bascular su relación con las demás y con la sociedad en torno a líneas de trabajo para el ahora inmediato y para el mañana y sus afanes. Imaginemos que sus dirigentes, militantes, simpatizantes y votantes hacen del programa la referencia más visualizada ante la sociedad. Esa fuerza política será la el salario mínimo, la del Stop a los desahucios, la del trabajo garantizado, la del cambio en el Código Penal para delitos de corrupción, la de afrontar la situación del cambio climático, la agricultura, las aguas, la repoblación forestal y la seguridad alimentaria, la de programar el futuro para una juventud sin él, la de la intervención de los poderes públicos para garantizar la protección social plena, la de un contraproyecto de UE, la del rescate de la Democracia raptada por tramas, poderes fácticos, cloacas del Estado y demás sicarios del status, la de un nuevo Estado Español, etc. etc. etc.. Pero fundamentalmente la fuerza política que sea capaz de dirigirse a la mayoría ciudadana y con el proyecto en la mano preguntarle: ¿Y vosotros que estáis dispuestos a hacer para conseguirlo?
A partir de ese cambio de tablero, el juego ya no es tal. No es un pasatiempo ni tampoco una ficción. Es la toma en propias manos del destino colectivo tal y como ´señalaba Antonio Gramsci: “Una fantasía concreta que actúa sobre un pueblo disperso y pulverizado para suscitar y organizar su voluntad colectiva”
A la luz de esa nueva visión, de esa nueva forma de entender el ejercicio de la Política, de ese nuevo tablero en el que no se juega sino que se actúa sobre la realidad, la danza y contradanza de alianzas, declaraciones pública, juegos mediáticos y demás aditamentos del alienante Palé político, quedaría reducida a sus estrictos términos: un juego para distraer el hambre.
Julio Anguita Presidente del FCSM
De vocación y profesión maestro. Licenciado en Historia Moderna y
Contemporanea por la Universidad de Barcelona. Llegó a la politica de la
mano del PCE aun en la clandestinidad. Fue alcalde de Córdoba.
Actualmente es el Presidente del Frente Cívico "Somos Mayoría" y miembro
del Colectivo Prometeo.
sábado, 15 de julio de 2017
Odio de Clase
El conglomerado ideológico
cohesionado por el pegamento de intereses económicos y dominio que se
alinea alrededor de la Derecha española nos demuestra -día sí y al otro
también- que a nuestra “lucha de clases” contrapone el “odio de clase”.
Basta con ver sus caras abucheando a Carmena, la bilis que escupen por
el colmillo para insultar a Unidos Podemos o la sarta de mentiras
pergeñada alrededor del golpista venezolano Leopoldo López, padrino de
las guarimbas que tanta muerte y dolor han causado en la República
Bolivariana, para constatar hasta qué grado de irracionalidad llegan en
la defensa de sus privilegios.
En estos meses veraniegos la violencia
verbal del Conservadurismo hispano (también ocurre a escala
mundial) sigue creciendo y el laxo barniz de constitucionalistas
demócratas que se dieron a su pesar en los años setenta ya no tapa
la compulsión totalitaria. Debe ser que el mes de Julio les pone de
tanto celebra con padres y abuelos el “Alzamiento”. Cosas de la
Genética.
A quienes identifican la Patria con una
bandera y una pulsera, nunca con la gente que habita el territorio al
que consideran su cortijo, no hace falta explicarles la teoría de las
dos orillas que tanto repelús genera en algunas mentes teóricamente
“nuestras”. Porque tienen asentados los pies en la suya, esa rivera
donde la explotación, corrupción, rapiña de la riqueza pública… campa
por sus anchas mientras ubican a quienes no compartimos su fanatismo
capitalista en la contraria. Sin medias tintas.
Es lo que tiene pelear -sin reglas, una
vez permitidas trampas y triquiñuelas- por mantener un “status” al que
consideran herencia natural y no importar que los cimientos se asienten
sobre la Injusticia. Lo del “juego limpio” no va con ellos pues están
vacunados contra la viga en el ojo propio aunque detecten la mínima mota
de polvo en el ajeno.
Ayer vinieron disfrazados de señoritos
andaluces, terratenientes castellanos e industriales catalanes,
sostenidos por la cúpula militar y bendecidos por la jerarquía católica.
Hoy se nos presentan bajo la forma de
grandes empresarios o dueños de multinacionales que en lugar de látigo
utilizan contratos basura y pérdida de derechos. Sus métodos logran el
mismo efecto pero las antiésteticas cicatrices no las dejan en la piel,
solo en las mentes.
Ayer, hoy, siempre… vienen escoltados y
jaleados por esos peones de brega que viven como éxito propio una
estructura social y económica que solo beneficia a la cúspide. Los
palmeros que aplauden a rabiar las migajas derramadas en forma de
donaciones por ese 10% de favorecidos, con las que intentan ocultar el
destrozo ocasionado por sus ansias privatizadoras. Obviando que para
arreglar el desaguisado no haría falta limosna, basta que un Estado
fuerte recaudase los impuestos directos bajo la premisa de quien más
tiene más debe contribuir. En una sociedad compleja nadie está aislado.
Pero exigirles tributar conforme a sus
capacidades implica cortar la lógica funesta de quienes históricamente
utilizaron el control del Gobierno y la administración pública en
beneficio propio.
Si hay un tema que ejemplifique hoy con
nitidez el “odio de clase” ese es la Memoria Histórica. El vodevil
representado hace unos días por el PP, manoseando sin escrúpulos el
recuerdo de Miguel Ángel Blanco sirve de ilustración.
El Ultramontanismo español no cultiva la memoria histórica, solo
la selectiva. En ella no hay lugar para muertos que no sean los suyos
por lo que ningunean -objetivo: causar el máximo dolor- a otras
víctimas.
Tod@s nos conmovimos por la vileza del
secuestro y asesinato del concejal de Ermua. Por eso inundamos las
calles sin tener en cuenta el color político de la víctima. Pero el
respeto a la persona torturada y salvajemente ejecutada (mucho más
respeto que el demostrado por quienes vincularon la Fundación que lleva
su nombre a las sucias andanzas de la Gurtel) no puede hacernos callar
ante el descaro de su utilización partidista.
Si debemos poner rostro a las
atrocidades: ¿por qué no el de Ernest Lluch? ¿O el de tantos políticos,
policías, guardia civiles, militares…? ¿Qué tal el de Javier Verdejo,
Yolanda González, caso Almería, víctimas del GAL, abogados de Atocha,
muertos en manifestaciones, víctimas del 11M…? ¿Por qué nunca el de las
decenas de miles de personas asesinadas que ¡desde hace ochenta años! se
pudren en cunetas y parajes desconocidos?
La cara de María del Mar Blanco es igual
de digna que la de Ascensión Mendieta, no más. Y el dolor de los
familiares de unas víctimas no es mayor, ni tiene un valor superior al
de otras. Porque una herida no se cerrará nunca desde la negación, ni
dando subvenciones para repatriar los restos de quienes fueron a
combatir junto a Hitler en la División Azul mientras se niega la más
mínima asistencia a la recuperación de los restos de los republicanos
represaliados.
Quienes se han opuesto sistemáticamente a
condenar el Franquismo no piden olvido para reconciliar, piden Amnesia
para mantener la impunidad hasta hoy disfrutada.
Y ello permite a “portacoces” tipo
Hernando o Casado seguir recochineándose de las familias afectadas
cuando la ocasión deja el mínimo hueco. Si el Partido Popular como
organización hubiese tenido solo el 1% de respeto que la Izquierda de
este país ha tenido con sus víctimas, hace decenios que el asunto de las
fosas estaría zanjado. Porque hubiese cumplido la única voluntad de las
familias afectadas: darle a los suyos el entierro digno que la
Dictadura impidió durante 40 años. En este tema el “atado y bien atado”
de Franco siempre ha pesado como una losa. Debe ser que para la
élite “todos los muertos son iguales pero algunos más iguales que
otros”.
El gran problema es que cuando el
Sistema vuelve a tirar de soberbia y muestra su rostro más tenebroso
(ninguneo a la oposición, medalla a Martín Villa, petición de 50 años de
cárcel para la pelea de Alsasua…) es porque se siente fuerte. Si su
baza es el absoluto control de los medios de difusión ideológica para
imponer el pensamiento único, motivos tiene.
Quienes han sido capaces de sembrar en
el imaginario colectivo español la idea de Venezuela como problema que
nos afecta a tod@s y a la vez no dedican un segundo a los periodistas y
activistas asesinados en México o Colombia, quienes tienen el desparpajo
de hablar de “presos políticos” sin darse antes una vuelta por las
cárceles españolas y leer las condenas de Alfón, Andrés Bódalo o Fran
Molero o quienes reivindican como ejemplo de libertad a una oposición
que -siguiendo las directrices de la CIA – hace bandera de la muerte y
la violencia cuando en España meterían en la cárcel bajo axioma de “todo
es ETA” a cualquier bicho viviente, deberían hacérselo mirar. Pero
claro, Ética y grandes cadenas de televisión, radio y prensa hace años
que mezclan tan bien como el agua y el aceite.
Son “malos tiempos para la lírica” como
diría la canción. A ellos contribuyen las poses silentes que rehúyen el
compromiso. Para saber lo que nos espera basta con contemplar la
demoledora foto hace unos días de González-Aznar -Zapatero. Y mientras
que a las palabras de ese PSOE redivivo encarnado por Sánchez no las
acompañen los hechos (la abstención en la votación del CETA o su
alineamiento con Ciudadanos y PP para cerrar la comisión de
investigación sobre Fernández Díaz no parecen indicar lo contrario),
tenemos el derecho a pensar que toda la maniobra de enfrentamiento entre
el secretario defenestrado y el aparato del partido solo era un
azucarillo diluido con el objetivo de recuperar el control de la pata
Izquierda del engranaje bipartidista. Sin ella no puede funcionar el
Régimen Borbónico.
Y si esa sensación termina confirmándose
(sinceramente me gustaría equivocarme) asistiremos a un recital de
gestos estéticos, de los que no preocupan porque no alteran las
relaciones de poder, puños en alto e Internacional incluidos, para
permitir al ungido Sánchez rebautizarse en el Jordán de la Izquierda
aunque el agua por la cabeza se la eche alguien de la cuerda de Susana
Díaz.
¿Y nosotros qué? En primer lugar
ratificar lo dicho tantas veces: si no existiera Unidos Podemos,
estaríamos obligados a inventarlo. En segundo lugar no olvidar nunca que
nuestros errores serán diseccionados con un microscopio nuclear y que
nuestras contradicciones, por tibias y lejanas que sean, serán acercadas
al gran público por el hermano mayor del telescopio de Las Palomas. No
podemos dejar rendijas abiertas. Por ellas introducen los clavos para
crucificarnos.
Al empezar ayer a escribir esta
reflexión, algún@s querid@s compañer@s me enviaron la noticia del
ofrecimiento del PSOE de Castilla-La Mancha (ejemplo de lucha y garantía
de transformación social por las narices) a Podemos. Ignoro el
recorrido de la propuesta pero si al final se materializa y el partido
morado termina ocupando cargos y carteras, creo que estaremos ante un
error similar al cometido en la legislatura pasada por IU en Andalucía.
Si aceptas no solo legitimas al PSOE sino que le ofreces el liderazgo
mientras tú te debilitas al caer en la trampa del “todos son iguales, lo
único que les interesa es el cargo”.
Plantearse gobernar es decidir si el
Gobierno será para la mayoría social o para la minoría. La experiencia
nos enseña que es incompatible gobernar para la mayoría si lo haces de
la mano del partido de González, ese que durante decenios tuvo la
habilidad de construir un discurso público y hacer lo contrario en la
práctica.
El recuerdo del engaño repetido está aún
presente en un amplio sector social que piensa que la transformación es
algo más que una palabra huera, una pose y una canonjía en forma de
Consejería. Por eso no traga con componendas.
Escuchar y hablar con todo el mundo.
Pactar solo ante un “programa, programa, programa” nítido y con los
pilares de transformación diáfanos, nada de generalidades. Medidas
cuantificables, claras y aplicadas sin complejos desde el primer minuto.
La improvisación y el parche son malos consejeros.
Se puede impedir el acceso del PP a las
Instituciones (prioridad máxima) sin legitimar políticas similares a las
practicadas por la ultraderecha que gobierna España. Se debe forzar al
PSOE a que elija entre una “gran coalición de facto” o ganarse las
habichuelas políticas consensuando leyes de progreso. No hacen falta
carteras.
Se impone la práctica de ese “discurso
profético” que teoriza Julio Anguita. No en el sentido bíblico de
acertar a posteriori una vez que has conocido (“El gobierno de Rajoy
será un desastre”. Cien por cien verídico cuando escribo en el
2017).Tampoco siguiendo el modelo de interpolación y deformación de la
realidad propio de los textos cristianos del siglo IV cuando el nuevo
partido que ni existía ni era nada, impulsado por el poder imperial y el
capricho de Constantino, se hace dueño y señor de las mentalidades.
Sí en la acepción de diseccionar la
realidad que te circunda y emitir una opinión. Sabiendo que ésta será
primero ridiculizada, luego ninguneada y después olvidada para al cabo
de los años escuchar el “¡Cuánta razón teníais en el análisis!”
De la OTAN hasta Maastricht, pasando por
la corrupción adherida a la dermis del sistema juancarlista o la falta
de escrúpulos del Capitalismo, los vaticinios se han ido cumpliendo.
Pero nunca olvidemos que tras las ideas lanzadas no había adivinos ni
artes mágicas, solo un análisis de la realidad circundante – lo más
riguroso posible- adobado con gotas de Marxismo.
Sigamos insistiendo pese al riesgo
cierto de que tanta bulla profética termine viéndose por amplias capas
populares como un coñazo.
No olvidemos nunca. A los niet@s de los
que perdimos pueden acusarnos de tener muchas carencias. Nunca de que
nos falte Dignidad.
Juan Rivera Reyes
Coordinador FCSM
De Cabra (Córdoba). Licenciado en Filosofía y Letras. Profesor de
Geografía e Historia desde 1989. Militante del PCE, participó en la
fundación de Convocatoria por Andalucía y de Izquierda Unida. Concejal
de IU en Cabra y en Constantina en los 80/90. Miembro de los Comités
antiOTAN y del MOC, Colectivo Prometeo y Frente Cívico. Sindicalista de
USTEA.
miércoles, 12 de julio de 2017
Hablar de unidad en serio: elecciones constituyentes.
Fuente: Cuarto Poder
No hay que equivocarse demasiado. La decisión fundamental que debe de tomar Pedro Sánchez es clara: disputarle el espacio político electoral a Unidos Podemos y desde ahí irse hacia el centro o construir una alternativa unitaria a las derechas y a sus políticas neoliberales, es decir, construir un nuevo espacio más allá del PSOE y de Unidos Podemos. Es posible –se ha hecho muchas veces– intentar lo uno y lo otro a la vez bajo el viejo principio de “se hace pero no se dice”. La clave, sin embargo, es que por primera vez desde la Transición, las fuerzas democráticas y de izquierdas están en condiciones de conseguir una mayoría social y electoral extremadamente potente y convertirse, sistema electoral mediante, en una mayoría absoluta en ambas cámaras. Este objetivo es posible y necesario para una parte significativa de nuestro pueblo.
No hay que equivocarse demasiado. La decisión fundamental que debe de tomar Pedro Sánchez es clara: disputarle el espacio político electoral a Unidos Podemos y desde ahí irse hacia el centro o construir una alternativa unitaria a las derechas y a sus políticas neoliberales, es decir, construir un nuevo espacio más allá del PSOE y de Unidos Podemos. Es posible –se ha hecho muchas veces– intentar lo uno y lo otro a la vez bajo el viejo principio de “se hace pero no se dice”. La clave, sin embargo, es que por primera vez desde la Transición, las fuerzas democráticas y de izquierdas están en condiciones de conseguir una mayoría social y electoral extremadamente potente y convertirse, sistema electoral mediante, en una mayoría absoluta en ambas cámaras. Este objetivo es posible y necesario para una parte significativa de nuestro pueblo.
La
unidad nunca ha sido fácil, dependerá de la correlación de fuerzas
real, de la presión social unitaria, de la madurez de las direcciones
políticas y, sobre todo, de la inteligencia de un grupo dirigente a la
altura de los desafíos del presente. La unidad en sí misma es ya una
batalla política por el relato, por y para los juegos de estrategia y,
sobre todo, para medir la sinceridad de las apuestas públicas. Más allá
de lo que pensemos de Pedro Sánchez, debemos de partir de la percepción
social que lo considera un rebelde a la clase política dominante y,
específicamente, a la dirección tradicional del PSOE. Sánchez ha dado una batalla política en el peor de los escenarios
y la ha ganado, demostrando que hay una parte mayoritaria del PSOE que
quiere un partido escorado a la izquierda y opuesto con firmeza a la
derecha y sus políticas. El viejo/nuevo secretario del PSOE ha
practicado –lo podríamos llamar así– las políticas pro régimen
tradicionales en su partido que, no se debe olvidar, le llevó a la
derrota y a ser dimitido por una amplia alianza mediático-política que
llevaba incorporada al felipismo arcaico y a los barones de su partido
ligados a la virreina del Sur. Sánchez tiene la legalidad y la
legitimidad del partido, al menos tan grande como la que tuvo Felipe González a su retorno como secretario general del PSOE.
Pervive
la tentación de la vieja política de alianza con Ciudadanos para
impedir un acuerdo con Unidos Podemos e intentar reducirlo a su más
mínima expresión social y electoral. Esto se ha dicho y se ha defendido
en los días posteriores al triunfo de Pedro Sánchez. Ahora bien, una
cosa es lo que se quiere hacer y otra lo que se puede hacer; en medio,
la inteligencia y la audacia de Unidos Podemos, no para disputarle sin
más el espacio electoral al PSOE, sino construir una hegemonía
alternativa en la sociedad. UP no puede perder su tiempo en demostrar
quién es más de izquierdas y en jugar el partido en el territorio que
más le conviene a una parte del PSOE. Lo fundamental sigue siendo la
voluntad de gobierno y de alternativa, pensar en grande y definir un
nuevo proyecto de país, lo que podríamos llamar una salida democrática y
plebeya a la crisis del régimen, bloquear la restauración y construir
las bases de un nuevo país.
Sánchez, lo ha podido ver con el CETA,
si quiere construir un espacio unitario alternativo, va a tener que
enfrentarse, en primer lugar, a los poderes fácticos que le obligaron a
dimitir y que ejercen un doble veto: a las políticas que se enfrentan al
modelo neoliberal y a la posibilidad de un gobierno PSOE/UP, es decir,
un PSOE oposición también a la derecha económica, a la trama, es decir, a
los que mandan y no se presentan a las elecciones. En segundo lugar,
insisto de nuevo, debe definir con mucha precisión sus relaciones con
UP, si está dispuesto o no a iniciar un proceso para construir una
alternativa de gobierno, de sociedad y de Estado desde un talante que
implique convergencias reales, políticas, programáticas y hasta
electorales. Seguramente la señal más significativa sería un acuerdo
para reformar la ley electoral que permita desbloquear uno de los
fundamentos del régimen actual impuesto en la farragosa Transición. En
tercer lugar, se trata de explorar, debatir y consensuar las bases de un
programa común con el objetivo explícito de superar las políticas
neoliberales, construir un nuevo modelo productivo y de poder, social y
ecológicamente sostenible, desarrollar las libertades republicanas y
garantizar un nuevo tipo de Estado federal plurinacional; todo ello
desde una lectura alternativa feminista a la actual Constitución.
Unidos
Podemos debe de ir, en serio y sinceramente, a convertir la unidad en
un debate de masas en nuestro país, partiendo de las necesidades de las
personas y teniendo como objetivo un nuevo proyecto para nuestro país.
La unidad no es, máxime cuando estamos en un Estado plurinacional, solo
una cuestión entre UP y el PSOE. Debe de ir más allá de las fuerzas
políticas incorporando a sindicatos, a los movimientos sociales y, sobre
todo, a los jóvenes. Debe de partir de que hay una sima, una ruptura
entre política y sociedad y que es necesario, hoy más que nunca, un
nuevo contrato político social constituyente capaz de socializar la
política y democratizar la democracia.
Unidos Podemos, en
convergencia o en paralelo con el PSOE, debería aspirar a construir algo
así como “Unos Estados Generales por la Alternativa” o “una Gran
Asamblea por la Alternativa ciudadana” capaz de soldar una alianza
político-social de base programática que pudiera servir de sostén a un
acuerdo electoral que podríamos llamar constituyente. Esta asamblea
discutiría de abajo a arriba un conjunto de propuestas alternativas
capaces de organizar una esperanza concreta y posible que engarce con el
imaginario social y que se convierta en una fuerza política con
vocación de mayoría. Los puntos –lo digo a título de ejemplo– podrían
ser los siguientes:
- Las relaciones de España con la Unión Europea. Se trataría de garantizar la soberanía popular, es decir, nuestro derecho a decidir las políticas sociales y económicas que queremos para nuestro país, rechazando un pensamiento único que ha devenido en política única y que está destrozando nuestras democracias.
- Concretar un nuevo modelo productivo y de poder que garantice un desarrollo ecológico y socialmente sostenible partiendo de las necesidades básicas de las personas.
- La garantía constitucional de los derechos sociales fundamentales, yendo más allá del actual Estado social y organizando una política económica que consolide la justicia social, las libertades republicanas y la relación armoniosa con un medio natural sobreexplotado y que nos deja sin futuro.
- La construcción de un Estado plurinacional federal que reconozca la libre autodeterminación en una nueva sociedad democrática donde todas y todos quepamos.
- La defensa de la soberanía popular requiere, aquí y ahora, una apuesta internacionalista fuerte que garantice un orden mundial democrático e igualitario, defensor de la paz y empeñado en poder fin a una carrera de armamentos que nos conducirá, más temprano que tarde, a la guerra.
Se
podrían añadir más puntos; en concreto hay dos cuestiones que merecen
una reflexión de fondo. Me refiero al feminismo y a la siempre “vieja y
nueva” “cuestión juvenil”. No es el lugar para desarrollar estos temas.
Lo he hecho muchas veces y pronto iré más allá de la simple enumeración.
La clave es “el momento constituyente”. Construir un espacio
transversal más allá del PSOE y Unidos Podemos nos da la posibilidad de
ir a un proceso constituyente en nuestro país. Para eso hace falta
organizar un verdadero “poder constituyente” en la sociedad,
comprometido con el ejercicio del autogobierno del pueblo y en la
perspectiva –ya se ha dicho– de un nuevo tipo de Estado, de sociedad y
de régimen. Unidos Podemos necesita ir más allá de una simple coalición
electoral construyendo comités unitarios de Unidos Podemos en los
pueblos, en los barrios, en los centros de trabajo. Será el primer dato
de un “nuevo comienza unitario” y la mejor demostración de que vamos en
serio a la unidad y a la convergencia para cambiar nuestro país.
Manolo Monereo
Miembro del Colectivo Prometeo, FCSM, y Diputado Unidos Podemos Córdoba.
Miembro del Colectivo Prometeo, FCSM, y Diputado Unidos Podemos Córdoba.
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