Juan
Rivera
Colectivo
Prometeo
Coordinador
Mesa Estatal FCSM
Al
hablar aquí de lo escatológico no pienso en las creencias
vinculadas a la vida de ultratumba sino en la segunda acepción de la
palabra que recoge el diccionario de la RAE sobre el uso de imágenes
y temas soeces relacionados con el excremento. Tiene una explicación.
Anoche
-cuando el recuento llegaba a su fin y los resultados provisionales
fijaban un inquietante panorama político- se me vino a la cabeza un
chiste de mi infancia. En él se describía a un hombre agarrado a
una olla rebosante de excrementos de la que comía con fruición
grandes cucharadas a un ritmo constante. De repente paraba y empezaba
a vomitar. Los amigos asombrados le preguntaban que había pasado y
el respondía: “ ¡Qué asco. Me he tragado un pelo! “
Sin
querer pensé en los millones de estómagos españoles que comulgan
día tras día con las ruedas de molino de su ideología pero son
melindrosos y frágiles con los pensamientos contrarios. Los mismos
que han dado arcadas con el pelo “bolivariano y la amenaza radical”
mientras deglutían (sin descomponer el rictus) las paletadas de
corrupción arrojadas estos años a la Ciudadanía por el partido
gobernante.
No
cuestionaré nunca que cada cual vote la opción política con la
que se identifica. Está en su derecho. El mismo que nos asiste a
otros para afirmar que cuando alguien- pese a tener información
suficiente- decide apoyar corrupciones, recortes de libertades o
saqueos de lo Público, ya no es victima sino cómplice. Sin medias
tintas.
Las
elecciones han demostrado la fortaleza y capacidad de movilización
del conservadurismo hispano. El mismo que sigue consignas al tañido
de campanas sin preocuparse de la verdad o mentira que anide en
ellas. Buena parte de este electorado pertenece a capas populares
por lo que debe impregnarlo una alta dosis de masoquismo. El que le
hace besar la mano de quien aplica las políticas económicas y
sociales que más tarde le fastidian. Para luego rebelarse al grito
de “todos los políticos son iguales” en la barra del bar
entre partido y partido. Pero sin olvidar nunca votar “a quien
Dios manda” cuando llega la hora.
Porque
lo contrario, que todos los apoyos sean por compartir el ideario,la
furia neoliberal de los dueños del Sistema,es simplemente ridículo.
Si en España hubiese ocho millones de ricos beneficiándose de la
Crisis, estaríamos en el paraíso capitalista.
También
han demostrado el corto recorrido del globo Ciudadanos. Y lo han
pinchado. La invención de Rivera, acarreado por los poderes
fácticos desde la periferia catalana, ha terminado en fiasco. En el
momento que vieron como la disgregación de la derecha podía abrir
compuertas peligrosas, volvieron a la senda del voto útil.
Ha
quedado también claro que el “ atado y bien atado” del
Franquismo va más allá de una frase hecha. Han removido el miedo. Y
han encontrado quien lo comprara. Por centrarme en tres ejemplos de
mi barrio: joven explotado con jornadas laborales interminables por
400 euros comentando en el bar que iba a votar al PP “ porque si
gana Unidos Podemos me quedo sin trabajo”, padre de amigo que
le advierte del peligro del Coletas porque “va a quitarnos todo
lo que supere sesenta mil euros en los ahorros” , vecino
casi ágrafo, incapaz de situar a Gran Bretaña en un mapa,mitineando
en la carnicería que la culpa del “ Brexit” ( correctamente
pronunciado) la tienen los perroflautas...
Podía
seguir hasta configurar un verdadero “ cahier de doléances”.
Pero sería injusto olvidar que en el desengaño del 26J también
hemos puesto nuestro granito de arena. Porque nada de lo acontecido
habría pasado con solo haber retenido el millón de votos esfumados
en el camino. Por ello debemos analizar lo ocurrido con altas dosis
de autocrítica. Convencidos de que el camino de unidad es el
correcto aunque no hayamos generado hegemonía. Esa que permite
contrarrestar insidias y temores mediante el combate de ideas en
centros de trabajo, reuniones... y en los bares antes mencionados.
Nuestro
compañero Julio Anguita en las intervenciones y entrevistas de
campaña advertía del peligro de las encuestas. Su intuición ha
sido certera. Hoy nos previene contra la frustración. No puede
llevarnos el día 27 otra vez al cainismo sempiterno. Porque en
esta campaña, con todos sus errores, he visto ilusión compartida y
fraternidad entre militancias. Y eso es un activo a la par que una
garantía de futuro. No tiene sentido pedir como remedio la cabeza
de Pablo o de Alberto.
Los
problemas siguen estando ahí, los recortes y las leyes represivas
se mantienen. Por ello se hace más necesario que nunca construir una
alternativa que no se apoye solo en la participación
institucional. La pata del activismo social es imprescindible y
debemos acrecentarla. Para que en las próximas ocasiones las
candidaturas que florezcan estén arraigadas en el terreno y eviten
chirridos por decisiones de difícil explicación .Que nada suene a
capricho o improvisación.
Esta
mañana he tenido un “dejà vu”. Al igual que al día siguiente
del referéndum sobre la OTAN no encontré a nadie que hubiese
votado a favor de la permanencia en la organización militar pese a
la abrumadora evidencia contraria, hoy tampoco he encontrado a nadie
que ayer votase al PP. He deducido algunos por la reacción molesta
ante mi comentario de “quien sostiene con su votos políticas
corruptas participa de ellas”. También me han dado ganas de
releer a Delibes y sus “ Santos Inocentes” para buscar una
explicación , ya que no lógica si sociológica, al incremento en
seiscientas mil papeletas del voto ultraconservador.
A
nosotros desde la Izquierda como tantas veces nos toca recomponernos
rápidamente para volver al tajo.Y 71 diputadxs permiten una
visibilidad hasta hoy desconocida en nuestros lares. Porque como
contumaces irredentos suscribimos la frase de Marcelino: “Ni nos
domaron, ni nos doblaron ni nos van a domesticar”
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